Wednesday, December 12, 2012

Paro, fracaso educativo



 

Cuando un niño, adolescente o joven universitario, afirma no tener nada que estudiar se le suele responder que hasta que no tenga todo sobresaliente tendrá algo que estudiar. De modo que mientras exista una deficiencia en el conocimiento será posible crecer en este. Por tanto, los estudiantes desocupados que no alcanzan buenas calificaciones no pueden culpar a nadie más de estas, sino a su desidia.
Si extraemos esta lógica al campo de lo profesional y laboral, me pregunto ¿cómo siendo España un país no sobresaliente, es decir, de 10, en tantos aspectos (universidad, industria, banca, infraestructuras, política, economía, y todos los etcéteras que se quieran poner) puede tener tantos ciudadanos -unos seis millones- en edad laboral desocupados?

En este caso, la desocupación que no se deba a la mera desidia, viene impuesta. Impuesta desde su raíz por un sistema educativo que no dirige bien hacia las auténticas necesidades de crecimiento de la nación. La escuela ha sido maltratada en España por leyes educativas promovidas desde el prejuicio ideológico. Quizá sea momento de aceptar el auténtico valor de la escuela como garante del futuro de una nación.  Un proyecto educativo que respete los intereses particulares de la persona, pero que pueda conducirlos hacia los de la nación, de modo que no entren en conflicto y dirija a cada uno a solventar una de las muchas deficiencias que tiene España.

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