
La prensa convencional nos suele presentar un mundo siniestro. Periódicos y telediarios nos alarman con calamidades de todo tipo, corrupciones, guerras, genocidios, duelos políticos… Todo esto desde la perspectiva ideológica del medio del que se trate.
Realizar el viaje imaginario a ese mundo sería como haberse introducido en el pasaje del terror. Sin embargo, después de apagar el televisor, o de cerrar el periódico es posible que encontremos muchas cosas que nos produzcan paz interior: como la sonrisa de un hijo, la lectura de un buen libro, el e-mail simpático de algún amigo… Incluso es posible que haya quien disfrute con su trabajo, dando un paseo por la calle o haciendo un poco de deporte.
Parece poco objetivo, o poco real, plantear una visión del mundo tan patética. En un planeta donde conviven seis mil millones de hombres, el número de conflictos es relativamente pequeño, si consideramos el número de enfrentamientos entre tribus, aldeas, ciudades, países, desde el inicio de la humanidad hasta hoy, y más teniendo en cuenta que hasta el siglo diecinueve estábamos cuatro gatos.
La cosmovisión ofrecida por cada noticiero es de un estado apocalíptico del mundo, que pareciera que, de seguir así, todo se extinguiría mañana mismo. Pero no me deja de resultar curioso que esa sensación sea una constante en nuestra vida periodística, desde hace tantos años, y todavía sigamos vivos. De milagro, tal vez, pero aquí estamos.
Kapuszinsky, Premio Príncipe de Asturias, prestigioso reportero de campo, que ha pateado diversos conflictos internacionales y países con una realidad política tensa, advierte de este mundo ficticio que a veces nos presenta la prensa. Habiendo visto lo que ha visto, este autor apuesta por el optimismo.
Quizá la crispación de la que se habla en España, no sea tan real como creada por la selección de noticias que se lanzan a la opinión pública y por el modo de redactar los titulares. Hasta un estudiante de bachillerato sabe que los recursos expresivos hacen referencia a una intencionalidad del emisor.
¿Por qué no buscar una información positiva, optimista, que seguramente sea más objetiva que el mundo oscuro y siniestro que ha creado la prensa?
Realizar el viaje imaginario a ese mundo sería como haberse introducido en el pasaje del terror. Sin embargo, después de apagar el televisor, o de cerrar el periódico es posible que encontremos muchas cosas que nos produzcan paz interior: como la sonrisa de un hijo, la lectura de un buen libro, el e-mail simpático de algún amigo… Incluso es posible que haya quien disfrute con su trabajo, dando un paseo por la calle o haciendo un poco de deporte.
Parece poco objetivo, o poco real, plantear una visión del mundo tan patética. En un planeta donde conviven seis mil millones de hombres, el número de conflictos es relativamente pequeño, si consideramos el número de enfrentamientos entre tribus, aldeas, ciudades, países, desde el inicio de la humanidad hasta hoy, y más teniendo en cuenta que hasta el siglo diecinueve estábamos cuatro gatos.
La cosmovisión ofrecida por cada noticiero es de un estado apocalíptico del mundo, que pareciera que, de seguir así, todo se extinguiría mañana mismo. Pero no me deja de resultar curioso que esa sensación sea una constante en nuestra vida periodística, desde hace tantos años, y todavía sigamos vivos. De milagro, tal vez, pero aquí estamos.
Kapuszinsky, Premio Príncipe de Asturias, prestigioso reportero de campo, que ha pateado diversos conflictos internacionales y países con una realidad política tensa, advierte de este mundo ficticio que a veces nos presenta la prensa. Habiendo visto lo que ha visto, este autor apuesta por el optimismo.
Quizá la crispación de la que se habla en España, no sea tan real como creada por la selección de noticias que se lanzan a la opinión pública y por el modo de redactar los titulares. Hasta un estudiante de bachillerato sabe que los recursos expresivos hacen referencia a una intencionalidad del emisor.
¿Por qué no buscar una información positiva, optimista, que seguramente sea más objetiva que el mundo oscuro y siniestro que ha creado la prensa?
No comments:
Post a Comment