El orco que escribía artículos de opinión

Voy a salir del armario, aunque me tomen ustedes por loco: ¡soy un orco! Sí, un apestoso orco. En estos momentos me tiembla un poco la mano… es posible que ya no me publiquen más cartas en su diario, pero este es el precio de la verdad.
Si algún lector no sabe de qué estoy hablando, les diré para explicarlo, que llevo dos años publicando en esta sección y siempre he firmado mis artículos como Francis Cano, un chaval introvertido, que quiere el avance social, aun siendo un poco crítico con la realidad española.
Pues nada de eso, ¡no soy humano! Me estoy dando cuenta de que choco tanto con “lo que piensa la mayoría”, que es a su parecer lo que ejecuta el Gobierno del PSOE, que me he excluido. Me he sorprendido siendo un orco ¡a estas alturas!, –fíjense ustedes- en su caverna llena de penumbras, que he okupado sin permiso, solitario, que con sus ideas bondadosas está traicionando a una sociedad que se ha confabulado para alcanzar el mal. Pues sí, soy un orco, apesto, como es normal en un orco ante el olfato humano. Pero ustedes son humanos, demasiado humanos.