Friday, November 30, 2007

Derechos del niño

Existe, en estos tiempos, la convicción generalizada de que la infancia debe ser respetada y defendida como un valioso bien de la persona.

Decir que la infancia es un bien tiene mucha más enjundia de lo que puede parecer a simple vista, puesto que ese bien es algo que estamos destinados a perder, de modo irremediable, con el tiempo. Efectivamente, la infancia es un momento de la vida en la que el hombre es capaz de vivir con la sencillez de quien está descubriendo el mundo, de quien no tiene ideas prefijadas; en la infancia el hombre vive sin preocupaciones porque tiene en quien confiar; tiene siempre algo a lo que amar –¿se han fijado la capacidad de enamorarse que tiene un niño de cualquier persona y de cualquier cosa?- y alguien por quien sentirse querido, ¿o no? Si la respuesta es sí, la infancia es un bien que aunque desaparezca debe iluminar toda nuestra existencia y es por ello quizá por lo que hayamos sido los hombres dotados de memoria. La infancia es un trozo de vida sin prisas, sin complicaciones mentales. Es un trozo de vida donde todos hemos pensado bien, hemos creído en un mundo mejor, y deseábamos que Dios fuera bueno. Es una etapa de paz ¿O no?

La gran tragedia de una persona es vivir sin seguridad desde la infancia, sin amores, sin juegos, sin padres y familia que le quiera y proteja. La tragedia de no haber sido nunca niño es la de haber carecido de un bien de carácter efímero pero fundamental para el desarrollo personal.

Sin esos pilares un niño es carne de cañón para un desequelibrio emocional y nocional, es por ello por lo que los derechos del niño pasan por el derecho a una familia y a una educación. Sin familia, el universo de valores del niño lo van conformando intrusos, desconocidos de un mundo deshumanizado que invaden el espacio de intimidad inviolable de la persona: la conciencia. Estos intrusos pueden ser la televisión, internet, la calle, la publicidad… e incluso –por desgracia- el colegio.

Vivimos, quizá, en el momento histórico donde más respeto se tiene teóricamente por la infancia en España, sin embargo existe la enorme contradicción de promover leyes en contra de la familia (matrimonio gay, adopción de niños por homosexuales, divorcio express) y en contra de una educación de calidad (LOE), así como a favor de un intervencionismo gubernamental en la formación de las conciencias (Educación para la Ciudadanía).

Invito a quienes se mantengan en tales incoherencias a pensar en la responsabilidad que tienen en lo que hacen, y también a reflexionar sobre ese refrán tan de nuestra cultura, y tan de tradición oral transmitido en las familias de padres a hijos que reza: “obras son amores y no buenas razones”.

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