Sunday, December 09, 2007

El justo


Continuando con mi afición de buscar el auténtico valor de palabras tan desgastadas como son los sustantivos que designan virtudes humanas, y observando que ese desgaste y olvido procede sobre todo de la escasa importancia que el ciudadano del siglo XXI les otorga, he querido escribir sobre mi descubrimiento de un libro de la Biblia muy sugerente, el de los Proverbios, que habla sobre una situación que parece existir desde una antigúedad ya milenaria.

Concretamente en el Apéndice a las Máximas de los Sabios se pueden leer los versículos 24 y 25 del capítulo 24 –y perdonen ustedes tanta cita y numeración- que dice al respecto de la justicia: “A quien dice al malvado: eres inocente,/ lo maldecirán las gentes,/ lo aborrecerán las naciones./ Pero a quienes lo reprenden con justicia serán amados,/ y una gran bendición vendrá sobre ellos”.

En estos días en los que he llorado el asesinato de los dos guardiciviles en Francia, me preguntaba por qué esta aberración me ha podido afectar más que otras tantas muertes perras, que los violentos proporcionan a personas de bien o de mal, lo mismo da. Tal vez sea porque no hay nada más molesto que la rabia de la injusticia.

Parece que hay cierto sector de la sociedad vasca que no termina de reprender al malvado y que intenta justificar su acción asesina con una imaginaria opresión del poder central español. Son esos, más que nada, los que impiden acabar con esa banda de delincuentes y extorsionadores, que nada tienen que ver con la política -aunque el Gobierno no parece verlo así-, sino que la toman como excusa para hacerla su negocio, su modo de vida. Y convivimos con ellos. El tiempo los pondrá en su sitio. Lamentablemente no serán recordados por su cordura y equidad, ni mucho menos amados por quienes son amigos de la verdad. Sí, de la verdad: matar es malo.

1 comment:

Alberto Tarifa Valentín-Gamazo said...

Puede que tenga la culpa Maquiavelo y eso de que el fin justifica los medios. Pero es cierto, no reprenden al malvado, hasta se sientan a su mesa.