Wednesday, December 26, 2007

Piratas del Caribe 3


Esta mañana conversaba con un amigo acerca de la película del desconcertante Jack Sparrow, que habíamos visto la noche anterior, aprovechando el tiempo libre que nos proporcionan estas fiestas del cumpleaños de Jesús. Y resulta que mi amigo se sorprendía de que tan complicada y, por qué no, surrealista película hubiera sido de las más vistas de la historia del cine.

Efectivamente, sorprende que desde los parámetros de lo que constituye una buena película, quizá esta deje mucho que desear, aunque según mi criterio dichos parámetros deben considerar el género de la película, que aúna humor, fantasía y aventura, y la finalidad de esta –aparte de la comercial- que no sería otra que la de divertir a un espectador quizá cansado de tristes matanzas, muy verídicas eso sí, temas escabrosos, pastelones amorosos... La estética está muy conseguida porque cubre las expectativas de grandes y pequeños, y los efectos especiales son evidentes.

¿Y el tema de fondo? El amor. ¡Qué disparate! Una película que muestra el amor heroico y la conversión hacia el bien de un personaje egocéntrico y ruin. Me refiero al hecho de guardar fidelidad eterna a una mujer y al hecho de sacrificar la propia eternidad por el bien de otro. ¡Qué tontería! Tal vez es un contenido más profundo mostrar personajes vencidos por el fatalismo, realidades bien pegadas a la tierra, que eviten cualquier reflexión positiva acerca de la situación del hombre en la vida.

Sí, me gustó la película, no es la mejor que he visto, pero me parece buena. Buena porque hace reír ¡algo tan sano! Buena, porque muestra de una manera simbólica, con la leyenda del Holandés Errante –al más puro estilo de la tradición mitológica- la esencia del amor fiel, tan maltratado en estos tiempos ayunos en amor verdadero y rebosantes en rupturas matrimoniales; buena, porque rescata los más universales temas de piratas y marineros que han alimentado la imaginación y las ansias de aventura y trascendencia de toda una cultura occidental, desde los viajeros marinos argonáutas, Simbad, las novelas del XIX, las aventuras en los mares del sur de Stevenson y, por supuesto, nuestro excelente Baroja. El poder de atracción del mar sigue siendo el mismo incluso en la gran pantalla.

Sí. Me pareció bien. Es más, pienso que para lo que se proyecta en las pantallas últimamente conviene hacer más películas como estas, que hacen pensar al hombre sobre el modo de encontrar la auténtica felicidad y de elevar su pensamiento –y no solo durante las tres horas de la película- hacia las profundidades de la alta mar, hacia la sencillez de la condición humana, hacia el auténtico sentido de la aventura y la plenitud, siempre unido al sufrimiento, a la exigencia personal, a la entrega al otro y al desgarrón de la renuncia a nuestro pequeño mundo de comodidades.

Es alentador que la gente busque este tipo de cine de modo mayoritario y huya de las intelectuales obras de autor y de las españoladas al más puro estilo Almodóvar. Es alentador que en una sociedad donde se piensa poco, se busque la evasión a este tipo de fantasías. No obstante, sería una pena que se quede en evasión, y el mundo de Jack Sparrow se considere una quimera inalcanzable, simpática, pero inalcanzable. Y sería una pena porque todos los hombres tenemos que descubrir la misión que llenará de felicidad nuestras vidas, cada hombre tiene su Holandés Errante con su plaza de capitán esperando. Es una cuestión de libertad.

1 comment:

Alberto Tarifa Valentín-Gamazo said...

Feliz Navidad, Fernando, y feliz año 2008, en que triunfe la Buena noticia que estamos viviendo estos días.
Felicidades por quitar la moderación de comentarios.