Sunday, December 05, 2004

¿Miseria en Paraguay o en Europa?

Hace unos días hablando con un conocido al que no veía desde antes del verano, me contó su estancia en Asunción, capital de Paraguay, con motivo de un trabajo como voluntario que le habían ofrecido para los meses del estío en un centro escolar del barrio del Bañado. Desconocía el lugar, pero le gustó la idea de lanzarse un verano a la aventura latinoamericana. El Bañado resultó ser un arrabal de chabolas, un sitio miserable, donde se escuchaban disparos nocturnos, los niños trabajan durante toda la noche y las niñas son violadas por sus parientes. Sin embargo aseguraba que eran felices. Bastaría darse una vuelta por ese caos de plásticos y uralitas para contemplar la mirada limpia de los que han perdido todo pero les queda la alegría de vivir.
Estar envuelto en ese mundo debe ser duro, pero se puede experimentar el ofrecimiento de una señora a lavarle la ropa, pues no encontraba otro modo de agradecer lo que estaba haciendo por sus hijos; el llanto de alegría de una niña de ocho años durante diez minutos, que no sabía qué había hecho ella para que le regalasen en su cumpleaños un libro de cuentos, de valor de dos euros; la desprendida acción de un hombre que estuvo dos meses sin cama, pues la había cedido a la escuela para que durmiera el voluntario profesor… La verdad es que puede dar pena toda esa gente.
Yo no sé qué conclusiones personales habrá sacado este hombre de su viaje, pero a mí su relato me sirvió para darme cuenta de la miseria más grave y sutil en la que viven millones de personas en Europa. Mientras en Paraguay –como en muchos otros países- el pueblo muere de hambre, y carece de bienes materiales, sí conservan un espíritu fuerte y virtudes que emanan de su generosidad, como las contadas o como esa tan extraña de la fe en Dios. Sorprendía ver las iglesias abarrotadas, y el testimonio de una señora sencilla que reconocía que lo único que les quedaba era ponerse en las manos de Dios. Sin embargo en Europa tenemos de todo, discutimos de todo, renegamos de todo vestigio de religiosidad, porque la luz del progreso nos ilumina… desde luego bienestar material no falta, pero ¿podemos ver en los ojos de un niño europeo la felicidad de quien sólo tiene la alegría de vivir? Más bien veo miseria interior: egoísmo, tristeza, y almas que se revuelcan en la escoria del egoísmo que es el placer, que no saben si comerán ese día, porque ni siquiera sospechan que lo necesiten. Presiento que es Europa y no el Bañado la que necesita más compasión y ayuda por salir de su miseria.

No comments: