Friday, June 08, 2007

Firmeza


Últimamente se escucha mucho esta palabra en la boca de los socialistas que, para bien o para mal nos gobiernan, y como es una palabra que tiene que ver con el vigor, y como uno de mis últimos artículos versaba sobre este, escasa virtud, me he decidido a escribir sobre la tal palabra.
Porque resulta que me sorprendió escuchar que el tal gobierno afronta situaciones problemáticas –las creadas por ellos mismos, por ejemplo con el cansino asunto problemático de ETA, o con la dimisión de su candidato por Madrid- con firmeza.
Porque resulta que desde que me sorprendió esta dichosa palabra, me la he ido encontrando en las explicaciones de Pepiño Blanco, en las de nuestro castizo Zp, al que le faltó agarrarse los pantalones y subírselos hasta los sobacos, con ese gesto torero y esa mano derecha subibajante con la que pontificaba desde el ambón.
¿Firmeza? Firme era el gobierno que quería, para bien o para mal, su antecesor José María, y firme es la posición que, para bien o para mal una vez más, adoptó su opositor Rajoy con el asunto de no negociar con asesinos. Firme es una palabra que carece de sentido emplear si no se dice en qué posición uno se mantiene firme. Firme es una palabra que se está empleando ahora, cuando se reconoce un error, o cuando éste se acaba de evidenciar. Es decir, ¿firme en el error? Mucho me temo que el Gobierno zapaterista no quiera indicar dónde se quiere mantener firme, porque si lo dijera quedaría como si fuera un perfecto palurdo: tendría que reconocer que pese a estar equivocado sigue firme. O es eso, o mucho más me temo que esos socialistas que nos gobiernan empleen repetidamente esa palabra y no signifique lo que ellos piensan.
Firmeza, tal y como lo dicen nuestros gobernantes, parece asimilarse a esa expresión tan coloquial de no apearse del burro. Así, que no nos apeamos del burro –dirán ellos-, porque para eso somos más chulos que nadie los socialistas, así, con ese brazo derecho sibibajante, con esa estrafalaria pose torera, que para eso los otros son los radicales que no se apean del burro ¡hombre!

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