Saturday, June 16, 2012

Yo soy una ONG






No hace muchos días me asaltó –eso sí, con una espléndida sonrisa-, un cruzrroja, o sea, uno de esos chicos que se distinguen del pedigüeño de turno por vestir un chaleco estampado con la marca de la ONG correspondiente. 
“¿Quieres usted colaborar en alguna acción social?” Pero es que yo ya colaboro. No llevo chaleco, ni asalto al transeúnte por la vía pública, pero mire, yo soy una ONG. Y es que de momento tengo una nómina. Colaboro con muchas labores sociales con mis retenciones e impuestos. Con el dinero que no llego a cobrar de mis horas de trabajo, promuevo algo tan admirable como el equilibrio ecológico, pues con ese dinero los consejeros de la Junta se fuman porros que reducen la extensión de los cultivos de marihuana (especie invasiva) y el rey mantiene a raya la población de elefantes en el castigado continente africano. Con mi dinero socorro –muy desinteresadamente- la mejora sanitaria de aquellos que se cambian de sexo, o a la de aquellos que cada fin de semana caen en coma etílico y han de ser asistidos por la Seguridad Social. Qué decir de mi desinteresadísima colaboración con el fomento de los derechos del trabajador, financiando con mi dinero (en forma de subvención) los miles de pasquines, pegatinas y pancartas de los sindicatos (cuya producción se ve que requiere muchos liberados sindicales), o los ingresos por el PER que sostiene a familias enteras (quien trabaje en el campo y viva en un pueblo lo sabe) cuyos miembros no han trabajado nunca ni tienen ánimo de hacerlo. Por supuesto, con mi dinero ayudo al bienestar social, tanto del erasmus que se va a emborracharse a otro país, porque el alcohol de aquí ya no “le pone”, como a los familiares de los políticos que cobran con mi dinero los puestos de trabajo diseñados a la carta, designados a dedo y de incierta utilidad. También fomento el estudio y la formación académica de calidad, pues, con mi dinero, los estudiantes de la pública (escuela y universidad) cada vez acceden a más becas económicas con peores notas, además de poder promocionar de curso de modo automático, así recortan en horas de estudio y les es posible dedicarse a lo lúdico. Y lo mejor, en esta época de crisis contribuyo a crear infraestructuras. Por ejemplo, cada vez que hay una huelga o una concentración de quinceemes, los municipios reponen contenedores quemados, tienen que limpiar las pintadas en cualquier edificio, despegar las consignas de sus reclamaciones hasta de las señales de tráfico, y arreglar desperfectos en el mobiliario urbano. ¿Con qué dinero? Con el mío. Y esto es solo una pequeña parte de lo que hago con lo que producen mis horas de trabajo.
Yo soy una ONG, a la que le podríamos llamar Organización de Nóminas de Gilipollas. Y es que contribuyo desinteresadamente, es decir, sin interés ninguno, a que unos cuantos se aprovechen del dinero que sumado mes a mes me permitiría alquilar un piso o comprarme un coche. Así que querido cruzrroja, búsquese una nómina y verá qué bien ayuda al desarrollo.

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